SANTO DOMINGO.- Cuando los golpes de Félix Manuel Díaz Guzmán entraban a la anatomía del iraní Morteza Sepahvandi para darle la primera medalla a la República Dominicana en los Juegos Olímpicos de Beijing, simultáneamente su familia luchaba para sacar el lodo y el agua de su casa inundada a pocos metros de la rivera del Río Ozama.
Esta extraña combinación vuelve a repetirse, acumulando un “film” de centenares de capítulos en que los héroes deportivos dominicanos deben contar sus éxitos y calamidades al unísono. Díaz Guzmán aseguró la presea de bronce de los 64 kilogramos al derrotar al peligroso peleador de Medio Oriente, pero al llamar a sus familiares desde Beijing, China, para darle directamente la noticia, su madre, bajo llanto comandaba el escuadrón que colocaba los sacos de arena en todos los puntos débiles de la vivienda para evitar la anegación “hasta el caballete”.LEER MAS
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